IGLESIA DE SANTA MARIA – Una joya del gótico
La iglesia de Santa María de Lorca se ubica en las inmediaciones del extremo oriental del castillo de Lorca, en la vertiente meridional de la sierra del Caño, en lo que se denominan como “barrios altos” de dicha ciudad. Esta zona se caracteriza por la presencia de importantes desniveles provocados por la morfología de la ladera en la que se ubica.
Hoy día solo podemos visitar sus restos puesto que junto a las de San Juan y San Pedro se trata de templos abandonados y casi totalmente derruidos, aunque ya está prevista su rehabilitación a lo largo de 2.017.
Desde su construcción y hasta el momento de abandono tras la Guerra Civil, esta iglesia ha pasado por momentos de gran actividad debido a su ubicación dentro de la medina de la ciudad de Lorca, y ya en época cristiana, debido a su preeminencia como iglesia principal de la ciudad, adquirió la supremacía sobre el resto de las iglesias lorquinas siendo posiblemente la más suntuosa. hasta la construcción de San Patricio en el siglo XVI.
La iglesia consta de tres naves con otros tantos tramos en sentido longitudinal, presbiterio de planta rectangular y capillas de la misma forma en el costado de la epístola. Existiendo escasa diferencia de altura en las tres naves y el crucero, apenas acusado. El templo posee una curiosa cabecera de planta rectangular, como las habituales en las iglesias mudéjares. Las tres naves estaban cubiertas con bóvedas de crucería, que soportaban arcos apuntados, de las que únicamente se conserva la del altar mayor. Los pilares que sustentan dichas bóvedas, están coronados con orlas de motivos figurados y vegetales. Sus motivos decorativos, la han puesto en relación con el mundo mediterráneo, respondiendo a modelos catalanes o provenzales.
La bóveda central estrellada con clave central arranca de elegantes arcos apuntados que se apoyan en pilares interiores cilíndricos sustentados sobre altos basamentos de sección poligonal. Las naves laterales cargan sus nervaduras sobre contrafuertes dispuestos en pilares de sección trilobulada que presentan cuatro semicolumnas adosadas.
Aunque sólo se conserven algunos elementos constructivos, como partes de arcos apuntados góticos o pilastras prismáticas, como bienes de la antigua iglesia de Santa María se guardan en la Colegiata de San Patricio y en la iglesia de San Mateo una cruz alzada de cristal de roca, sobredorada, y una magnífica custodia de plata, ambas piezas muestra notable de la orfebrería gótica.
La mayor parte de la iglesia que se conserva en la actualidad fue levantada en la segunda mitad del siglo XV, observándose todavía los muros realizados con sillares.
Si bien los restos que se conservan del templo nos sirven para hacernos una leve idea de su división por naves y algunas de las características de los elementos compositivos, podemos tener una idea más acertada de cómo era esta antigua Iglesia Mayor atendiendo a la descripción que de ella hizo el historiador González Simancas a principios del siglo XX.
Situada en el extremo oriental del castillo se erigía este templo de planta rectangular divida en tres naves, siendo la central más ancha que las laterales y teniendo estas últimas distintas capillas. Se insiste en un trazado de líneas rectas bastante sencillo.
La cubierta de las naves sería de bóveda de crucería con pilares compuestos como elemento de soporte. Hoy día aún se pueden apreciar los collarinos decorados de estos capiteles. Algunos historiadores apuntan que esta iglesia podría haber tenido una techumbre de madera que desaparecería en las reformas del siglo XVIII.
Las capillas laterales estarían decoradas con rosetones y svásticas y tras la sacristía se alzaría la torre. Esta torre se dividía en dos cuerpos, el primero con bóveda de crucería y el segundo con arquerías ojivales y una inscripción con la fecha 1577.
González Simancas nos describe el coro como ‘modestísimo’ y asimismo nos indica que el presbiterio tiene un ábside semicircular al exterior y que está construido en el último tercio del siglo XVI.
En cuanto al ornato interior del edificio el historiador nos habla de capillas y retablos no muy sobresalientes. Como piezas de imaginería enumera una Virgen María sedente, una Virgen de las Peras ‘similar a la de Aledo’ y un Resucitado de Roque López comprado por la Hermandad en 1801. Todas estas obras y piezas pueden estar enmarcadas en la época o tradición estética barroca.
Como elementos litúrgicos el autor nos habla de una cruz alzada, un cáliz y una custodia. Sabemos que tanto la cruz alzada de cristal de roca como la custodia de plata se conservan en la Colegiata de San Patricio y en la iglesia de San Mateo respectivamente. La custodia se fecha en torno a la primera mitad del siglo XV y lleva la marca de contraste del platero valenciano Mateo Danyo, se trató de un regalo del prelado fray Diego de Mayorga. En cuanto al cáliz, Simancas nos refiere que fue un obsequio de los Reyes Católicos a la ciudad.
En la actualidad, además de los restos de parte de una de las naves y la torre, podemos admirar en sus muros los restos de la decoración con pinturas murales de las antiguas capillas. Se trata de perspectivas a modo de grisallas.
Los vecinos de la zona llegaron a habilitar un habitación, dentro de los restos de la iglesia, para dar cobijo, además de a pequeñas devociones en cuadros y láminas, a una imágen que se traslada en romería desde la Colegiata de San Patricio una vez por año. De esta manera se devuelve, de alguna manera, la tradición procesional de este antiguo templo y el resto de las antiguas iglesias altas de Lorca.
HISTORIA
La condición fronteriza de la ciudad de Lorca, mantenida durante más de dos siglos después de su conquista, harán que la ciudad de finales del siglo XV se destacara por la presencia de su fortaleza y una articulación urbanística de tipo civil con claras improntas de origen árabe, guarnecida tras sus murallas. El avance de las tropas castellanas sobre el reino nazarí de Granada, a mediados de dicho siglo, y la progresiva pacificación del reino provocaron que se comenzasen a producir cambios en la dinámica urbana lorquina.
Es entonces cuando, por primera vez, se puede hablar de la presencia de un estilo artístico en la ciudad que dejará huella en unos edificios ya desligados de la función militar hasta entonces predominante. La propia advocación de esta parroquia parecía indicar que la iglesia fue fundada sobre la mezquita mayor árabe, cumpliéndose así la tradición de ser “una de las dos mil que, bajo la advocación de la Virgen María, fundo el rey D. Jaime I de Aragón”.
La denominación, tras la conquista cristiana, de las antiguas mezquitas aljamas a la advocación de Santa María, o San Salvador, es un hecho que se tiene constatado desde el siglo XI en la ciudad de Toledo, así como en otras ciudades. Probablemente, estas advocaciones, dadas tras la conquista previamente al siglo XIII, respondan a la recuperación de un edificio orientado a uso religioso en época preislámica. Ya en el siglo XIII, con el importante avance tanto aragonés como castellano, creció enormemente la consagración a estas advocaciones. Se aprovecharon las mezquitas aljamas para la colocación de las nuevas catedrales o iglesias mayores de las distintas ciudades que cayeron en manos cristianas.
Sin embargo, de muchas de ellas, los testimonios documentales que se conservan, tanto fuentes escritas como arqueológicas, son escasas o inexistentes. Dentro de este amplio grupo, se inserta la iglesia de Santa María de Lorca, la cual siempre se ha considerado, dentro de numerosos trabajos de realizados por diferentes investigadores, como el lugar en el que estaba emplazada la mezquita mayor de la ciudad, aunque no existiese ningún tipo de documento histórico que ratificase esas hipótesis. Del momento posterior a la conquista sí que comenzamos a poseer cierta documentación sobre la existencia de este templo.
Si bien es cierto que es una de las más antiguas de Lorca, ya que aparece nombrada en la segunda y cuarta partición hechas por Alfonso X tras la toma de la ciudad, la documentación histórica que se tiene de este templo es escasa. Pero además de estos datos y algunas referencias en las Actas Capitulares a las gentes que habitaban en torno a la iglesia , así como la funcionalidad que tenía la zona anexa al templo, zona de bazares, a lo que unido su contexto urbano de barrios que parten de esta iglesia, todo parece indicar que se trataría de la zona, en época islámica, del zoco.
REPORTAJE EN VIDEO POR MARIANO HERNANDEZ
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