IU realiza un balance crítico de toda una década de gestión post-terremoto.
Cada uno de los intervinientes de IU se ha centrado en los aspectos parciales que creían más esenciales.
Gloria Martín ha hecho hincapié en la batalla librada en los últimos cuatro años para evitar que las víctimas de los terremotos que habían recibido ayudas públicas para reparar o reconstruir sus viviendas tuvieran que devolverlas.
«Cuando empezaron a llegar las cartas pidiendo la devolución de las subvenciones, nuestro grupo municipal entendió rápidamente que estábamos ante un problema de gran magnitud que finalmente ha afectado a 5.300 familias lorquinas. Decidimos abordarlo desde la vocación de servicio público y trabajando conjuntamente con la ciudadanía, a la que conseguimos movilizar impulsando la plataforma de afectados, que ha sido clave en este proceso», ha explicado.
«Nuestro despacho se convirtió prácticamente en una gestoría desde la que tramitamos cerca de dos mil alegaciones y recursos de reposición que, tres años después, se han estimado en su mayor parte», ha recordado Martín. «Fue una experiencia brutal, agotadora física, mental y, sobre todo, emocionalmente, pero también la más gratificante que he vivido desde que soy concejala, porque le dio pleno sentido a la política útil, cercana y eficaz en la que creemos, y porque demostramos que, si el pueblo trabaja unido, puede cambiar las leyes cuando no son justas», ha asegurado.
Paralelamente a la labor de asesoría a los damnificados, IU Verdes lideró la búsqueda de una solución política tratando de implicar a las tres administraciones. «Elevamos mociones al Pleno para conseguir la unidad de todos los grupos municipales y comprometimos a la Asamblea Regional y a la Delegación del Gobierno, que no podían mirar para otro lado cuando estábamos enfrentándonos a un problema burocrático», ha dico. «Era difícil porque ni siquiera tenemos representación en el Parlamento autonómico y somos un grupo pequeño en concejales, pero esos déficits los suplimos con el apoyo y el inmenso talento de los militantes de IU que, desinteresada y anónimamente, trabajan en las causas que emprendemos y que también han sido fundamentales en esta», ha afirmado.
Según Martín, IU tiene «una determinación y capacidad de trabajo a prueba de bombas» y, sobre todo, «jamás perdemos de vista que, antes de cualquier otra cosa, somos servidores públicos y que nuestros únicos jefes son los ciudadanos y ciudadanas de Lorca».
Por su parte, Pedro Sosa ha comenzado recordando a las nueve víctimas mortales del terremoto, a muchas de las que conocía personalmente por vecindad e incluso por parentesco. Sosa también ha planteado que, al margen de los actores políticos, es de justicia reconocer a un actor esencial en la reconstrucción material y moral de Lorca, su sociedad civil organizada que se movilizó para lograr la mejor reconstrucción de las viviendas.
Pero el portavoz local de IU-V ha centrado su intervención en la que cree la peor y más sangrante deficiencia de la gestión política de esta última década con relación al terremoto: la situación del casco histórico. En opinión del concejal de IU es incomprensible que con el dinero de Europa, que ha dado para levantar y cambiar las aceras de alguna calle más de una vez, no se haya abordado e implementado un plan para la reconstrucción y revitalización del casco histórico de Lorca. Y eso, ha abundado Sosa, mientras se malversaban montantes económicos finalistas para el terremoto de Lorca, derivándolos a obras públicas de otras ciudades y pueblos cercanos.
El corazón histórico de Lorca se cae a pedazos 10 años después y en lugar de haber abordado su reconstrucción con un plan global, integral y sistemático, se han dedicado a enriquecer de manera injusta a algunas de las familias más ricas de Lorca, restaurando casones e inmuebles de su propiedad, que llevaban décadas abandonados, con el dinero de todos y sin exigir lo que tantas veces hemos demandado: la puesta en marcha de medidas de «retorno público», habituales en cualquier política de fomento público, tales como computar el conjunto de la inversión pública para hacer públicos una parte de esos inmuebles.
El último en intervenir ha sido el coordinador Local de IU, José García Murcia, que ha hecho un repaso cronológico de toda esta década transcurrida, relatando luces y sombras en la gestión. García Murcia ha recordado que frente a la diligencia y celeridad con la que se abordó la reconstrucción del patrimonio religioso de la ciudad -algo que todos celebramos- no pasó lo mismo con esenciales infraestructuras educativas como los IES «Ros Giner» y «Ramón Arcas», cuyas comunidades educativas sufrieron, muy por encima de lo que sería deseable, la ineficiencia de las administraciones competentes. Pero García Murcia ha querido poner en valor el extraordinario comportamiento de la sociedad civil lorquina y de los miles y miles de damnificados por los terremotos que fueron expuestos a un auténtico calvario para abordar la reconstrucción de sus viviendas, primero con las indemnizaciones del consorcio de compensación de seguros, y, también por miles, con las subvenciones y ayudas de la Comunidad Autónoma que aún colean.
Tras resaltar la fortaleza demostrada por la sociedad civil lorquina, García Murcia ha recordado que a lo largo de esta década nuestra historia también ha registrado un conjunto importante de «oportunidades perdidas», entre las que ha destacado la inexistencia de consenso y de unidad para construir sobre las ruinas del 11-M la Lorca del futuro; la prioridad que debería haber tenido la intervención pública sobre la privada; la falta de una estrategia para abordar la crisis económica y el desempleo que afectaban y siguen afectando a Lorca y a la Región de Murcia con una política expansiva y bien planificada de inversiones en nuestro municipio; y la gestión con mucha más eficiencia, transparencia y participación de todos, del dinero procedente del BEI, que diez años después sigue sin haber sido ejecutado en su totalidad.