CÓMO LA DEPRESIÓN SALVÓ MI VIDA
Mirando hacia atrás, hubo gran inteligencia en mis veintitantos años de depresión.
A través de la depresión, la vida intentaba despojarme de todas mis ilusiones, y remover todas las distracciones del alma, y desenmarañar todo lo que no era real o auténtico en mí. Estaba siendo invitado a quedarme tan, pero tan cerca de mí mismo, a recordar lo que aún es Verdadero cuando todo lo externo e irreal es puesto en duda y despojado.
Estaba siendo invitado a soltar todas las cargas innecesarias y falsas identidades. La depresión de hecho me obligó a recordar mi propia Presencia, mi Verdadera Naturaleza – fundamental y libre, un milagro, rebosante de vida. El milagro siempre había estado ahí, más cerca que la respiración, más indudable que la duda misma. Mi propia y simple Presencia – la Presencia de la mismísima vida – era el regalo, la Fuente, aquello que yo siempre había anhelado. La búsqueda entera había sido invertida, ya que un «yo» nunca puede encontrar lo que busca mientras lo siga buscando. El falso «yo» necesitaba fallar en su búsqueda de Presencia, para que la Presencia fuera revelada como el fundamento y esencia de todas las cosas. La ola no puede encontrar el océano – sólo puede ser el océano.
ESTOY AQUÍ. EXISTO. SOY. AHORA. Y este es el mayor milagro de todos.
A veces ahí es donde debes terminar, y luego comenzar, en el mismo principio. Tienes que volver al origen de la vida, el lugar incluso anterior al «Yo Soy», lo Innombrable puro. La depresión fue el definitivo fracaso del «yo», y su eventual rendición. Fue un reinicio espiritual, un despertar, una muerte y un renacimiento a la Completa Simplicidad.
Mi deseo de suicidarme, mis ansias de morir a mí mismo, había sido secretamente mi anhelo de vivir completamente, y descansar profundamente, y de ir más despacio y decir la verdad y vivir y seguir adelante con un corazón roto frágil, abierto a un universo sagrado. De tocar mi propio poder y enamorarme con mi falta de poder también. De redescubrir la humildad. El asombro. La inocencia.
De inspirar el aire de la mañana y saber que ESTOY RESPIRANDO, que estoy aquí para respirar este milagroso aire matutino, vivo y despierto para otra mañana.
Sé que esta no es una visión común ni popular de la depresión: que en realidad contiene inteligencia e información y una medicina curativa muy poderosa, medicina tan necesitada en nuestro mundo cansado, rápido y lleno de vergüenza.
Pero ha sido mi experiencia: que mi vida fue salvada por la depresión.
– Jeff Foster