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MARCELINO MOLINA Por y para los trabajadores

Concejal durante 16 años, fue el impulsor de CC.OO y del asociacionismo vecinal

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Hasta la muerte presentó batalla, con el ánimo siempre firme que caracterizó su vida, y aunque parezca que la perdió, la pervivencia de su obra y de su forma de ser, que son impulso y aliento para todos los que quieran luchar por un mundo más justo, muestran lo contrario». Son las palabras que sirvieron de epílogo a la moción municipal con la que el Pleno del Ayuntamiento acordaba nombrar lorquino ilustre a Marcelino Molina Sánchez en noviembre de 1998.
No hace falta recurrir a los libros de historia o a personajes míticos para encontrar figuras que encarnaran la defensa y la lucha por los derechos de los trabajadores, por un cambio en el sistema laboral que antepusiera el ser humano a los rendimientos económicos. Lorca tuvo y retiene en la memoria a uno de esos personajes, venido al mundo el 6 de abril de 1939, sólo cinco días después del final de la Guerra Civil y en medio de un contexto de pobreza y fuerte represión contra todos aquellos que permanecían fieles al régimen republicano, hijo del torero Miguel Molina «El Mitailla».
MIGUEL MOLINA EL MITAILLAS 1930
Su padre el torero Miguel Molina «Mitaillas» en 1.930
LA TARDE DIARIO REPUBLICANO 1933
Recorte de diario anunciando corrida de toros de su padre Miguel Molina en 1.933

Marcelino Molina Sánchez, nacido en el seno de una familia represaliada por la defensa de la legalidad republicana, desde su militancia en la JOC desarrolla una actividad encaminada a buscar soluciones de solidaridad contra despidos, denuncias de situaciones injustas y, paralelamente a su labor en este movimiento y en la HOAC, despliega una extraordinaria y ardiente

actividad de lucha, durante el bienio 1955-1956, en el Sindicato vertical franquista, como enlace sindical en el comercio y como Presidente de la Sección Social del Sindicato Textil (ramo del comercio y textil de Lorca).
Su propósito se centraba en: ‘que se cumpliera la legalidad vigente en las empresas y defender a los compañeros trabajadores en el seno del sindicato, estando presente en todas las conciliaciones (…) Como Secretario de aquí, de Lorca, me citaban pues, tenía responsabilidades, y porque era muy follonero (…) yo me movía mucho, es taba en todos sitios, era el que más se me veía, y también por ser Molina, por tener un apellido y  pertenecer a una familia, por todo eso…, y al mismo tiempo por estar al frente sindical de la CNS, donde allí eran continuas batallas (…) de despido o de exceso de jornada, reclamaciones de cualquier tipo, tenía una actividad constante, pues de allí a  comisaría cuarenta veces salí’.
El desempeño de su actividad como enlace le permitió conseguir,
‘trabajándoselo con los compañeros’, y frente a candidatos oficialistas, el puesto de concejal en el Ayuntamiento de Lorca por el tercio sindical, desde el año 1971 a 1979.
Su trayectoria laboral comienza en una fábrica de somieres con tan solo diez años de vida. Pocos años después pasaría a ocupar el puesto de vendedor en una papelería de la Corredera. Es allí, en el entorno del papel apilado y de los espacios de tertulia con los clientes, donde comienza su andadura social y política.
Dos organizaciones cristianas le servirán de cobijo en esta primera etapa: La Juventud Obrera Católica y la Hermandad de Obreros de Acción Católica.
Su interés por la defensa de unos derechos que pocos concebían entonces como tales, le llevó a estudiar hasta la saciedad normativas labores hasta convertirse en un especialista en la materia y asesor de y para la clase trabajadora. Junto a él comenzaron a trabajar otros muchos amigos y conocidos que constituirían el embrión del sindicato Comisiones Obreras. En el año 1971 fue nombrado concejal y comenzaba para Marcelino un período vital que le llevaría a ocupar su sillón de concejal durante 16 años. «Sillón que siempre fue herramienta, nunca fin, dirigida a la consecución de los mismos intereses, los de su clase: la clase trabajadora».
Tres frentes mantuvo abiertos durante sus primeros ocho años como concejal: el político; el sindical con el que dio un viraje completo en el año 1974 con la formación de Comisiones Obreras; y el vecinal, donde fue pionero en impulsar el asociacionismo vecinal al crear la asociación de La Viña, un barrio que entonces empezaba a construirse.
Ayudó a los más perjudicados por la riada de 1973. Para entonces ya tenía tres hijos con su mujer, Paquita Jiménez, y militaba de forma clandestina en el Partido Comunista. Abandonó la librería y se metió a albañil pero el organizar una huelga en el sector provocó su despido.
Con las primeras elecciones democráticas ocupó cartel con Juan López Fuentes en la candidatura del Partido Comunista. Finalmente ganó las elecciones el socialista José López Fuentes.
Fue secretario de Formación de Comisiones Obreras y encabezó la formación del Partido Comunista de los Pueblos de España, una escisión del PCE, que pronto se reencontraría con él, tras la formación en 1986 de Izquierda Unida. Marcelino sería cabeza de cartel por esta coalición en las elecciones de 1987.
Sale elegido concejal y «sigue centrado en sus dos obsesiones: la clase trabajadora y los barrios más humildes». «El bajo de la calle Eulogio Periago, sede de Comisiones, es un hervidero de trabajadores que bajan con olor a pieles del curtido, a pesticidas del tomate y al sudor de las fábricas. Marcelino revisa nóminas, asesora en normas y telefonea a patronos pidiendo explicaciones».
MARCELINO MOLINA HOMENAJEEn 1998, además del título de lorquino ilustre recibe un homenaje de compañeros y amigos al que acude el secretario nacional de Comisiones Marcelino Camacho. «Cuando mejor estaba, con mayores ganas de vivir e ilusiones políticas renovadas, enfermó gravemente. Como otros que dedicaron su vida a los demás, su último viaje lo habría de hacer con el equipaje del poeta: casi desnudo, como los hijos de la mar».