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¡AGUA SI, AVIONETAS NO! por Antonio de Cayetano

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¡AGUA SI, AVIONETAS NO! por Antonio de Cayetano.

Este era el lema de una manifestación que se llevó a cabo el 16 de octubre de 1.994 en la vecina población de Puerto Lumbreras, una manifestación convocada por los agricultores de Murcia y Almería para protestar por la falta de lluvia, por la escasez de precipitaciones en aquella época. Escasez que los agricultores no atribuían a los caprichos de la meteorología, a los ciclos de sequia o a que nos encontramos en la zona de España donde menos llueve, sino a la acción de unas supuestas avionetas rompenubes, exigiendo al gobierno de la nación que acabase con aquellas practicas. Para ello, los 6.000 manifestantes según la organización o los 2.000 según la guardia civil, cortaron la carretera nacional 340 por un espacio de hora y media, anunciando medidas más contundentes si no cesaban de inmediato esos vuelos. Vuelos que sorprendentemente aparecieron durante la manifestación, ya que una aeronave sobrevoló la vertical de Puerto Lumbreras, indignando más si cabe a los sufridos agricultores, ya que era un día inestable con amenaza de lluvia. Pero el vuelo esta vez, fue seguido de precipitación, ya que cayó una tromba de agua cuando los manifestantes se retiraban.

Al final llovió como pedían los agricultores, pero no por el deseo de estos o porque dejó de actuar la supuesta avioneta anti-lluvia, sino porque se dieron las condiciones atmosféricas para que ello ocurriese, condiciones que no siempre son propicias y que van cambiando continuamente, es por ello que los meteorólogos hablan solo de probabilidad. Aquella manifestación tuvo lugar durante un ciclo de sequia como el que padecemos actualmente, ciclos que son habituales en nuestro país y especialmente en esta zona por sus características hidrogeológicas. Secos periodos que llenan de frustración a los sedientos agricultores, haciendo que miren al cielo en busca del preciado líquido. Y claro, en el cielo lo que más se ve es el movimiento de los aviones, aviones que según le dicen son los culpables de que no llueva, observando las estelas de condensación y en ellas los más variados productos que supuestamente eliminan las nubes. Y como cuanta mayor humedad ambiental, más probabilidad hay de que persistan estas estelas, pues mucho más se advierten en los días grises. Si a eso le sumamos los artículos que se han publicado sobre el tema sin ningún tipo de fundamento, sin base científica, solo por vender, por hacer caja algunos medios, pues esta leyenda urbana sigue viva y de plena actualidad.

Por una parte, porque los agricultores no se vienen a razones y solo escuchan lo que quieren oír, y por otra porque los políticos que no quieren contradecirlos, le dicen lo que quieren escuchar, que no es otra cosa que el compromiso de que el tema se va a investigar. Es lo que ha hecho esta semana el delegado del gobierno en la Región de Murcia, poner en práctica el arte de la política, decirles a los representantes de la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia lo que ellos querían oír, que la guardia civil, AEMET e incluso el ejército del aire se van a poner sobre ello, lo mismo que se les ha dicho ya en numerosas ocasiones. Incluso en 2016, la Asamblea Regional pidió por unanimidad una investigación sobre el tema, ante la presión constante de los agricultores, pero sin estar convencidos de ello ninguno de los partidos políticos presentes en la Asamblea, ya que nunca se ha encontrado nada y existe un informe negativo del CSIC sobre este asunto, así como el archivo de los distintos expedientes que se han abierto en diferentes fiscalías españolas. Creo que lo único que se hace con remover este tema una y otra vez, es que el bulo siga rodando y que más gente se vaya enganchando a él, cuando lo único cierto es que el cambio climático es ya una realidad y que la desertización va avanzando hacia nosotros.

No nos damos cuenta de la amenaza del calentamiento global y que poco a poco nos iremos convirtiendo en un desierto. Prueba de ello son los oasis que están desapareciendo en Marruecos o las olas de calor y sequias que estamos padeciendo en nuestro país, donde siete de los diez periodos más cálidos se han registrado en los últimos quince años y cinco de ellos desde 2.011, registrándose en el mes de enero en nuestra región, temperaturas de hasta 26 grados, cuando estas temperaturas son más propias del mes de mayo. Igual pasa con las precipitaciones, que son más escasas pero más destructivas cuando las hay. Sirva como ejemplo, la probabilidad de que una DANA (gota fría), se forme este fin de semana sobre el Mediterráneo, un embolsamiento que dependiendo donde se situé finalmente, puede ocasionar lluvias intensas e inundaciones o solo alguna llovizna. Una DANA que no es habitual en estas fechas, ya que es más propia que se dé al principio del otoño en esta zona, pero como he comentado antes, el cambio climático ya está entre nosotros. Así que no culpemos de la falta de precipitaciones a la “avioneta fantasma”.

Si que la culpa puede que sea de los que habitamos el planeta, pero no de los aviones y sus famosas estelas, pues eso es ciencia ficción sin base científica alguna, tal como han sido las plegarias y rogativas que desde siglos se han llevado a cabo para que llueva en nuestra tierra. En la imagen que acompaño, podemos ver los datos de precipitación anual desde 1965 en España, pudiendo observar estadísticamente los distintos ciclos de sequia que hemos padecido en los últimos 50 años. Así que si no llueve, no hay otros motivos no sean los naturales. No es la primera vez que comento este tema, y si de nuevo lo he tratado, es porque me indigna que se siga creyendo en estas supuestas prácticas que impiden la lluvia. Es más, si alguna plataforma o partido político quisiera organizar alguna conferencia o mesa redonda sobre este asunto, puedo ponerles en contacto con un ingeniero químico que está luchando por desmentir este persistente bulo, pero siempre que se esté receptivo a escuchar lo que se les diga desde un conocimiento científico.

No obstante, os acompaño lo que se publicó el 30 de septiembre de 2016 en el blog de la Agencia Estatal de Meteorología, una publicación que se llevó a cabo tras solicitarles por escrito que se tratase el tema de las supuestas avionetas anti-lluvia, un asunto que estaba causando gran inquietud en nuestra región. Solicitud que fue atendida y cuyo artículo sigue a continuación para que cada uno saque sus propias conclusiones:

AEMET

El tema de las avionetas anti-lluvia es recurrente. Muchas personas están pidiendo la opinión de AEMET. Otras acusan a AEMET de estar detrás de todo esto. Por ello creemos necesario compartir el conocimiento que tenemos en esta materia tan polémica.
¿Es real el fenómeno de las avionetas anti-lluvia? ¿En qué consiste la técnica? ¿Qué tipo de compuestos se esparcen? ¿A cuanta distancia se fumiga?
AEMET no es competente en la investigación sobre si se realizan vuelos con el cometido de sembrar las nubes para impedir las precipitaciones y hacer que dichas nubes desaparezcan, por tanto no estamos al corriente de si se llevan a cabo dichas actividades.
En caso de que se llevasen a cabo, no hay un fundamento físico que explique la evaporación del agua, cientos de miles de toneladas de agua para un sistema nuboso mediocre de unos 1000 km3 que pudiera producir precipitación. En este sentido, las actividades sobre modificación artificial del tiempo que se llevan a cabo en más de 50 países y cuyo estado se recoge en los informes periódicos realizados por el comité de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), van encaminadas al incremento, modesto, de la cantidad de precipitación; a la reducción de los daños asociados y del tamaño del granizo y a la disipación de nubes muy locales en determinados aeropuertos o vías importantes de circulación. Estas actividades se basan en tecnologías en desarrollo y todavía tratan de lograr una base científica sólida. Además, resulta muy difícil validar los resultados de las diferentes técnicas, dado que es imposible conocer de forma exacta la precipitación o el granizo que puede generar un sistema nuboso, y los resultados de la siembra estarían dentro de los márgenes de incertidumbre asociados a dichos fenómenos atmosféricos. Por ello la OMM recomienda ser muy riguroso en el diseño y evaluación de los experimentos, de forma que los resultados se puedan considerar válidos.

La técnica de siembra de nubes consiste en introducir partículas microscópicas con tamaños del orden de micras (10-3 mm) con propiedades higroscópicas (gran afinidad por el agua) o glaciogénicas (que permiten la formación de cristalitos microscópicos de hielo gracias a su estructura molecular similar a la del hielo). Estas partículas se introducen desde tierra con cohetes o mediante medios aéreos. El fundamento de la técnica es aprovechar las sensibilidades microfísicas de modo que una perturbación relativamente pequeña inducida artificialmente en el sistema pueda alterar sustancialmente la evolución natural de los procesos atmosféricos. En definitiva se aleja a las gotitas de nube del equilibrio, de forma que se acelera y se promueve su crecimiento dentro de la nube por diferentes mecanismos, potenciando la formación de partículas de precipitación que terminan cayendo de dicha nube. La utilización de unos tipos de núcleos u otros y de distintos tamaños depende del tipo de nube a sembrar.
Normalmente la siembra se realiza desde abajo para aprovechar las corrientes ascendentes presentes habitualmente por debajo de la base de la nube.
Si bien no se han podido demostrar los efectos cuantitativos concretos de la siembra de nubes, se desconocen las consecuencias fortuitas de la modificación artificial del tiempo, por ejemplo, los efectos a sotavento y las repercusiones sobre el medio ambiente y la ecología.
Para el caso concreto de la reducción del tamaño y daños por granizo se suele utilizar como núcleo glaciógeno el yoduro de plata, aquí la principal hipótesis física es la competencia beneficiosa (creación de muchos núcleos precursores de partículas de granizo que compiten por el agua subfundida). Aunque se han logrado progresos, la OMM establece que la comprensión de las tormentas todavía no es suficiente para permitir predecir con certeza los efectos de la siembra en la supresión del granizo o reducción de su tamaño.
En cualquier caso, la legislación en España, consciente de la importancia de este tema, ha establecido unos procedimientos muy claros para regular cualquier tipo de actuación que implique modificación artificial del tiempo.
La idea de la modificación artificial del tiempo, con el objetivo de disminuir las precipitaciones, es un asunto recurrente que aparece fundamentalmente durante los periodos secos tan característicos del clima en muchas zonas de España, y en concreto del este y sureste peninsular.
Si recurrimos a los datos de las series de precipitación de varias décadas, se puede comprobar que en una zona como la Región de Murcia, donde se denuncia repetidamente la presencia de las avionetas y el uso de otras técnicas para evitar la precipitación, no hay tendencias significativas estadísticamente en las precipitaciones anuales, concluyendo que la variabilidad interanual es muy grande y que nos encontramos en esa variabilidad natural. El sureste peninsular es desde tiempo inmemorial la zona menos lluviosa de España, y donde probablemente se encuentra ubicado el mínimo pluviométrico de Europa: El Cabo de Gata. Los motivos son completamente naturales. En primer lugar hay que hacer referencia a la circulación general de la atmósfera y a la orografía, que dejan esta zona al abrigo de los frentes nubosos procedentes del Atlántico, los cuales tras sobrepasar las estribaciones montañosas, llegan al este y sureste de la Península muy debilitados.

https://es.wikipedia.org/wiki/Geoingenier%C3%ADa

¿Existe la geoingenieria?

El término geoingeniería se utiliza para referirse a una amplia gama de técnicas, que incluyen las dirigidas a incrementar la precipitación, reducir el tamaño del granizo y la dispersión de nieblas ya comentadas. Asimismo, engloba experimentos dirigidos a contrarrestar las temperaturas en aumento asociadas con el cambio climático. El objeto es manipular el clima para reducir principalmente dos aspectos: las variaciones en la radiación solar y el aumento del CO2 y así paliar el incremento de la temperatura. Estas técnicas sugieren teorías encaminadas a disminuir la radiación solar que llega a la superficie terrestre aumentando el albedo o capacidad de reflexión de la superficie o de la atmósfera. Este segundo grupo de técnicas presentarían un impacto a escala regional e incluso mundial.
También se han realizado diversos experimentos en ciudades cercanas a los polos para proporcionar luz en la noche invernal, utilizando satélites que mediante velas reflejan la luz solar sobre la superficie terrestre.

¿A qué fecha se remonta el fenómeno? ¿Cuándo y quien lo descubrió?

Desde tiempo inmemorial el ser humano ha intentado modificar el clima con el fin de aumentar los recursos de agua y mitigar las condiciones meteorológicas adversas.
Desde finales del siglo XIX se han realizado en el mundo diversos experimentos con cierto fundamento científico para satisfacer la demanda de agua, intentando incrementar las precipitaciones actuando sobre las nubes.
El holandés Veraart, en 1930, utilizando dióxido de carbono sólido (hielo seco) logró ciertos resultados positivos, por lo que se le puede considerar el primer precursor de la estimulación artificial de la lluvia, sin embargo no pudo explicar los fundamentos físicos de su experimento. Al comienzo de la década de los años 40, Findeisen demostró la posibilidad de estimular la lluvia y de combatir el granizo y la formación de hielo en los aviones (engelamiento), entre 1942 y 1944 llevó a cabo varias experiencias en vuelos que permiten considerarlo como el padre de la modificación artificial del tiempo. En 1946 los norteamericanos Langmuir y Schaefer consiguieron provocar lluvia mediante la siembra de CO2, contribuyendo con sus experimentos y ensayos al conocimiento de los mecanismos de formación de la precipitación. A finales de esa década, el también norteamericano Vonnengut descubrió que el yoduro de plata o el yoduro de plomo constituían efectivos núcleos de hielo, aunque también puso de manifiesto la dificultad de las aplicaciones prácticas de estas técnicas.

¿Cuándo se puso en práctica?

Desde la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del Gobierno Federal de los Estados Unidos se iniciaron, al comienzo de la década de los años 60, los experimentos y campañas financiadas, como fue el caso del proyecto Stormfury que pretendía atenuar la intensidad de los huracanes mediante la siembra de estos. Este proyecto, a pesar de las críticas de países como Cuba, se mantuvo durante dos décadas más, hasta que se reconoció que la siembra no influía en el comportamiento de los huracanes.

¿En España cuando comienzan a aparecer los primeros fenómenos?

Además de la protección frente a las heladas, tradicionalmente mediante la utilización de ventiladores o riego de los cultivos, el proyecto más importante en España fue el que se llevó a cabo en la cuenca del Duero entre 1979 y 1981, planteado y realizado por la OMM, con el nombre de “Proyecto de Intensificación de la Precipitación” (PIP).
En este ensayo solo llegó a concluirse la primera fase, los resultados fueron decepcionantes y poco prácticos. La principal conclusión fue que se constató la necesidad de profundizar en el conocimiento de los procesos de física de las nubes y de la estructura de los sistemas nubosos antes de emprender nuevos proyectos de investigación u operativos.

¿Cuáles son las regiones más afectadas? ¿Por qué?

En todas las regiones donde se dan de forma frecuente la aparición de fenómenos meteorológicos adversos que afectan negativamente a alguna actividad económica, situaciones de sequía meteorológica persistente, nieblas, granizo, ausencia de nieve… Se dan iniciativas que buscan lógicamente contrarrestar los impactos de esas situaciones meteorológicas. En la actualidad hay una innegable relación entre regiones que se encuentran en fases de niveles de precipitación por debajo de los niveles medios habituales y la aparición de búsqueda de soluciones.

¿Qué papel desempeña AEMET y cuál es la posición del MAGRAMA sobre este asunto?

En el caso del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente su posicionamiento en esta cuestión, a través de AEMET, se basa en los informes periódicos realizados por la OMM, la cual aglutina el conocimiento científico y riguroso en esta materia de modificación artificial del tiempo, a través del grupo de expertos sobre investigaciones en esta materia que en su último informe señala:
“Se debe tener presente que la energía asociada a los sistemas meteorológicos es de tal magnitud que es imposible crear sistemas nubosos que dejen precipitación, modificar los patrones de viento para traer vapor de agua a una región, o eliminar completamente los fenómenos meteorológicos extremos. Las tecnologías de modificación artificial del tiempo con las que se afirma que se pueden lograr efectos a tan gran escala o tan extraordinarios carecen de una base científica sólida (por ejemplo cañones antigranizo o métodos de ionización) y no son científicamente creíbles.”