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LORQUINOS POR EL NUEVO MUNDO por Antonio de Cayetano

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LORQUINOS POR EL NUEVO MUNDO por Antonio de Cayetano.

Aunque hay constancia de que vikingos, chinos y otros pueblos, llegaron antes que Colón al nuevo continente y que algún historiador tacha a Colón de farsante, hay que reconocer que el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad. Hecho del que mañana se cumplen 524 años, celebrándose por ello también, el día de nuestra Fiesta Nacional.

Hoy ya no se habla del día de la Raza o de la Hispanidad que es como siempre lo hemos conocido, cosa que si que se sigue haciendo en la mayor parte de Hispanoamérica, donde también mañana se conmemora el día del Descubrimiento. Festividad que dependiendo del país o gobierno de turno, se le conoce por los más variados nombres, pasando del día de la Raza Española o de la Madre Patria, al día de Colón, al de la Diversidad Cultural, al de los Pueblos Originarios y del Dialogo Intercultural o incluso el Día de la Resistencia Indígena, que es como se le denomina en Nicaragua y Venezuela.

Y es que, ya no se opina lo mismo de España en ciertos países hispanos, si antes se sentían orgullosos de su madre patria, que fue quien les evangelizó, quien les enseñó la escritura que hasta entonces desconocían, quien fundó escuelas y universidades, quien llevó el olivo, el arroz, la caña de azúcar, el trigo, la oveja, la vaca, el buey, el caballo, la carreta con ruedas y los animales de carga y tiro, siendo todo esto un importantísimo avance para ellos. Hoy por el contrario, se nos acusa incluso de genocidio, culpándonos del exterminio del 90% de su población indígena, nativos que tampoco ellos respetaron tras su independencia, dándose todavía en la actualidad casos de limpieza étnica. La verdad es, que se cometieron excesos y abusos, se destruyeron cientos de culturas, se discriminaron, explotaron y se les negó su derecho a la propiedad, sometiéndolos a los colonizadores europeos y a sus leyes.

Pero también es cierto, que los Reyes Católicos crearon leyes para la protección de aquellos indigenas, prohibiendo la esclavitud de los nativos, algo desconocido en aquella época, pues estamos hablando del año 1495, solo tres años después del descubrimiento. En 1537 también la Iglesia se sumó a su defensa, promulgando el papa Paulo III una bula donde se establecía el derecho de los indígenas, aunque diez años después, el mismo papa invirtió los términos, dando legitimidad a tener esclavos indios, incluso para los mismos miembros del clero.

CRISTOBAL COLON MARINOLo de llamarles indios, fue porque Cristóbal Colón creía que había llegado al continente asiático, a la India, siendo diez años después cuando el cosmógrafo Américo Vespucio, dio a conocer que la tierra descubierta por Colón no estaba en Asia, sino que se trataba de un nuevo continente. Territorio que en 1507, fue dibujado en un mapa por el cartógrafo alemán Martín Waldseemúller, poniéndole ya el nombre de América en homenaje al cosmógrafo italiano que descubrió el error de Colón, pero aún tuvieron que pasar algunos siglos para que se le llamase por este nombre. España fue la que inició la colonización del nuevo continente, sumándose después Portugal, Francia, Inglaterra y otros países, siendo nuestro país el que conquistó la mayor parte del territorio. Territorio al que la Corona española le llamó Virreinato de Nueva España al integrado por Norteamérica, Centroamérica y los territorios españoles de Asia y Oceanía, habiendo otros virreinatos menores en el sur del nuevo continente.

Hay que reconocer que jugamos con ventaja ante los nativos, pues disponíamos de armas, pólvora y caballos, corceles que atemorizaban a los indígenas, ya que en un principio, creían que era una misma cosa el animal y el hombre con su armadura. También las enfermedades fueron nuestro gran aliado, pues éramos portadores de gérmenes para los cuales los nativos carecían de defensas, cobrándose miles de víctimas entre la su población. Precisamente el Imperio Inca fue derrotado por Francisco Pizarro tras una epidemia de viruela, aparte de otras que se fueron declarando sucesivamente como tifus, gripe, difteria y sarampión, epidemias que según algunos historiadores terminaron con la vida de casi el 90% de la población indígena. Así que sin quererlo, fuimos exterminando a los moradores de aquel territorio, teniendo libre el camino para su expolio, para extraer su riqueza, riqueza que hizo que Europa creciera de forma importante durante esa época. La patata, el maíz, el tomate, el pimiento y el cacao entre otros, fueron los alimentos que introducimos de allí, creándose flotas comerciales y explotaciones agrícolas y minerales, siendo el oro y la plata lo más apreciado, realizando los trabajos los nativos que allí quedaban y los millones de esclavos que se llevaron del continente africano, muchos de los cuales morían durante el largo y duro trayecto.

ESCUDO FAMILIA PEREZ DE CHUECOS Y FRANCO. En la vieja ciudad Española de Lorca, en las entalladuras de los escudos de piedra que no mueren, está el origen de los que legítimamente llevan el apellido Chuecos en Venezuela, cuyo árbol genealógico es corpulento y frondoso.
ESCUDO FAMILIA PEREZ DE CHUECOS Y FRANCO.
En la vieja ciudad Española de Lorca, en las entalladuras de los escudos de piedra que no mueren, está el origen de los que legítimamente llevan el apellido Chuecos en Venezuela, cuyo árbol genealógico es corpulento y frondoso.

Como toda esta riqueza había que traerla para España, fue necesaria a parte de grandes flotas mercantes, una armada poderosa que escoltara estos navíos, ya que con frecuencia se veían atacados por los piratas que allí se establecieron y por las armadas de otros países, que en cuanto tenían ocasión, nos arrebataban los tesoros que trasportábamos o intentaban apoderarse de los territorios conquistados. También fue imprescindible la fortificación de los puertos y la presencia de una fuerza estable que los defendiese, a parte de una eficaz administración que controlase y dirigiese todo. Y aquí es donde destaca la presencia de los primeros lorquinos en el nuevo continente, siendo el primero del que se tienen noticias, el general Andrés Pérez Chuecos Franco, militar que le da nombre a una calle en la barriada de San José (General Pérez Chuecos).

Este militar nacido en Lorca y fallecido en México, era descendiente de los caballeros que acompañaron a Alfonso X en la conquista de Lorca y que aquí se establecieron. Sirvió como alférez en la Armada del Mar Océano hasta el año 1615, siendo designado más tarde capitán de una de las compañías que partieron desde México a la ciudad de Manila en Filipinas. El 19 de septiembre de 1619 fue nombrado gobernador de los castillos y puertos de Cavite, el 20 de marzo de 1622 se le nombró Sargento Mayor de la Real Armada, mandando las tropas españolas que luchaban contra los holandeses y el 12 de enero de 1624, Capitán General de las Reales Galeras de la Guardia y Defensa de Filipinas. El 25 de abril de 1625 fue designado Capitán General de la Real Armada y el 16 de junio de 1635 gobernador de Veracruz, iniciando así una serie de cargos en distintas ciudades de la Nueva España, siendo gobernador y capitán general de las provincias de Yucatán y de Los Ángeles, destacando su rectitud en la administración de justicia y su gran celo en el cumplimiento de su deber.

Su etapa en Yucatán coincidió con la puesta en marcha de un impuesto de la Corona a los trabajos realizados por los indígenas mayas, contribución que era muy gravosa para ellos, por lo que convencido nuestro general de lo injusto de este impuesto, elevó al rey una petición para que fuese revocado, petición que el rey concedió dos años después, cuando ya no era gobernador de aquella demarcación. Por su valor, discreción y acertada conducta en los 40 años que estuvo sirviendo a la Corona, fue premiado con el título de Caballero de la Orden Militar de Santiago, una de las aspiraciones más cotizadas en aquella época y a la que no era tan fácil entrar. Su hijo Alonso fue también gobernador y capitán de prestigio en Santo Domingo, ejerciendo también de capitán en la compañía de arcabuceros a caballo de nuestra ciudad, teniendo entre sus misiones la vigilancia y defensa de nuestra zona marítima.

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Combate de galeones españoles y holandeses en aguas de Filipinas en tiempos del almirante D. Antonio de Aguilar.

A este ilustre general y administrador Real le imitó otro lorquino, que casualmente era sobrino suyo. Este otro paisano fue el almirante Antonio de Aguilar y García de Alcaráz, militar que le da nombre también a una calle, en este caso en el centro de la ciudad (Almirante Aguilar), cercana a la calle Cava donde nació. Este otro lorquino ilustre, entró en la compañía del capitán jerónimo de Guzmán en 1641 con el grado de alférez de infanteria, siendo ascendido a capitán dos años más tarde en México, concretamente el 10 de marzo de 1643, encomendándole la defensa de Veracruz, viéndose implicado en varias batallas y situaciones de las que salió siempre victorioso, meritos que motivaron que fuese ascendido a Almirante de los Mares de Filipinas el 20 de febrero de 1644, cuando aún no había cumplido los treinta años de edad.

En 1646 fue nombrado gobernador de San Pedro Teutila y posteriormente para el mismo cargo en las provincias de Chiliqués y Masqués. En 1653 cambió totalmente de vida, pues el 3 de junio cogió los hábitos y entró en el convento de San Francisco de la orden de los Descalzos en Lima, pero por muy poco tiempo, ya que tras encontrarse enfermo unos meses después, los médicos le obligaron a dejar el convento para que una vez fuera recuperase su salud. Abandonando la religión y llevando quizá una vida más sosegada, regresó a Lorca en 1662, donde se casó tres años después con Catalina de Guevara y Leonés, viviendo de las rentas que le daban las fincas que adquirió tras llegar del Nuevo Mundo y muriendo el 15 de julio de 1685 en la ciudad que le vio nacer, reposando sus restos en el convento de San Francisco.

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General Rafael Maroto

Y si la vida de estos dos militares lorquinos del siglo XVII fue ajetreada, agitadísima fue la del siguiente personaje, una figura controvertida en la historia de España. Me refiero al general Rafael Maroto Yserns, un lorquino que llegó a lo más alto del escalafón militar, pues fue nombrado en 1840 Capitán General del Ejército Español, militar que también tiene una calle dedicada en Lorca, en este caso el bulevar del barrio de San Diego (Avd. Rafael Maroto). Este lorquino de nacimiento, aunque de padre zamorano y madre catalana, nació en el barrio de San Cristóbal, frente a la plaza de La Estrella, el 15 de octubre de 1783, partiendo hasta Cartagena a la edad de 11 años para ingresar como cadete en el Regimiento de Infantería Asturias, regimiento que en 1794 guarnecía esta ciudad marítima. Su padre era también militar, con grado de capitán, aunque su ocupación en nuestra ciudad era el de visitador de rentas. Rafael obtuvo el grado de segundo subteniente antes de cumplir los 15 años y el de primer subteniente a los 18, siendo enviado a Galicia a la defensa del Ferrol y a luchar contra los portugueses, regresando más tarde a su regimiento donde en 1806, el día de su cumpleaños, fue ascendido a teniente y enviado a combatir a los franceses en zonas de Levante, Navarra y Aragón, siendo ascendido a capitán el día de la Virgen de las Huertas de 1808.

En 1809 luchó activamente contra los franceses en Zaragoza, recibiendo un tiro y siendo hecho prisionero de guerra por los galos, fugándose posteriormente de su captores, hazañas que motivaron su ascenso a teniente coronel. Entre 1811 y 1812 estuvo de nuevo en la zona de Valencia, esta vez ya con el grado de sargento mayor, pero cuando se capituló a favor de los franceses, fue hecho prisionero junto a todo su regimiento, fugándose nuevamente de sus raptores. Tras esto, nuestro paisano fue destinado al mando del Deposito General de Tropas para Ultramar, siendo ascendido a coronel el 16 de noviembre de 1813 a la edad de 30 años y destinándolo al Regimiento Talavera de la Reina, unidad que bajo su mando marchó hacia Perú el día de navidad de 1813, desembarcando cuatro meses después en el Nuevo Continente y poniéndose las tropas a las ordenes del brigadier Mariano Osorio, que las envió hacia Chile, donde llegaron en el mes de agosto.

http://1.bp.blogspot.com/_PRTbsDsgqI4/THTq8wUfOxI/AAAAAAAABoQ/RPKWfgXZ5oE/s1600/Baldo_y_Rafa.jpgEl ocho de noviembre de 1814 fue ascendido a brigadier y en marzo del siguiente año se casó con Antonia Cortés García, una rica mujer que conoció durante su estancia en Santiago de Chile, mujer que perdería años después como consecuencia de un naufragio. En 1817 resultó de nuevo herido cuando se encontraba en Valparaíso, siendo enviado al Perú tras su recuperación, confiándole el 22 de febrero de 1818 el puesto de presidente y comandante general de la ciudad y provincia de Charcas en el Alto Perú, desarrollando una notable labor administrativa y enfrentándose en varias ocasiones a los sublevados que estaban a favor de la independencia, cosa que al final consiguieron en la célebre batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 con la derrota y capitulación de los españoles, batalla en la que no estuvo presente nuestro paisano y que fue el nacimiento de la República de Bolívar, la actual Bolivia.

En Reconocimiento a las campañas y victorias conseguidas, en 1823 se le había ascendió a mariscal de campo, embarcando rumbo a España en el puerto de Quilca el 1 de enero de 1825. Una vez en nuestro país pasó por diferentes destinos, uniéndose en 1833 a la causa carlista, pues era partidario del infante Carlos María Isidro de Borbón, en vez de Isabel II que entonces tenía 3 años de edad. Le pidieron que diera un golpe de estado, pero prefirió dimitir de su cargo antes de pasarse al otro bando. El gobierno detectó las conspiraciones que había y encarceló a muchas personas, pero no así a Maroto, al que le ofreció la comandancia de las provincias vascongadas, cargo que este renunció, lo que motivó el enfado del gobierno y su detención inmediata.

Tras pasar ocho meses en un calabozo, donde enfermó, se quedó calvo y perdió casi toda la vista, fue desterrado a Sevilla, pero una vez allí, nuestro paisano solicitó ser trasladado a Granada, ya que en la ciudad de la alhambra estaba su familia y quería rehacer su vida y ocuparse de los suyos, pero alguien le informó que iba a ser detenido de nuevo, por lo que preparó su fuga de España, fuga que realizó ayudado física y económicamente por algunos amigos, siendo toda una odisea, ya que fue arrestado varias veces en Francia sin causa aparente. Volvió a España, que seguía en plena guerra carlista o guerra de los siete años, y aquí estuvo mandando las tropas vascas primero y luego las catalanas, donde no encontró recursos suficientes para continuar su objetivo, por lo que abandonó Cataluña y se dirigió a Francia para emprender el camino de regreso a Chile, pero de nuevo se vio envuelto en nuevas aventuras, siendo encarcelado en Perpiñán primero y luego en Tours, hasta que al final pudo fugarse ayudado por terceros.

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Rafael Maroto en la guerra carlista

Don Carlos le llamó de nuevo para organizar las tropas y Maroto accedió, planeó la defensa de Estella en Navarra, donde hubo conspiraciones para asesinarlo, aunque al final fue él quien ordenó el fusilamiento de cuatro generales por desavenencias, siendo acusado de crímenes y arbitrariedades, lo que motivó que Don Carlos publicase un bando destituyéndolo y declarándolo traidor, pero Maroto era dueño de la situación pues con él estaban sus tropas. Al final Don Carlos huyó al exilio y nuestro general intervino en la firma de paz con su rival, Baldomero Espartero. Un acto inteligente y bien llevado que puso fin a una guerra que se prolongó durante siete años, aunque hay quienes lo tacharon de traidor a la causa carlista. La paz se firmó el 29 de agosto de 1939 y dos días más tarde, el 31 de agosto, las tropas de los dos bandos reunidas en los campos de Vergara (Guipúzcoa), presenciaron el abrazo de ambos generales, acto que se conoce como el Abrazo de Vergara.

Tras el final de la guerra carlista, Maroto fue nombrado Capitán General del Ejército Español, y más tarde ministro del Supremo Tribunal Militar, emprendiendo el viaje de regreso a Chile el 11 de septiembre de 1846, desembarcando en Valparaíso el 22 de diciembre y estableciéndose en la finca que su difunta esposa tenía en Concón, esposa que había fallecido en un naufragio en 1830 y donde también perdieron la vida dos de sus hijas. El 25 de agosto de 1853, a punto de cumplir los setenta años, falleció este Teniente General del Ejército Español, Vizconde de Elgueta y Conde de Casa Maroto, condición que se hizo constar en su lapida en el cementerio de Valparaíso.

Aprovechando la efeméride del descubrimiento del Nuevo Mundo, he querido recordar a estos ilustres militares lorquinos, personajes que nos suenan al dar su nombre a calles de Lorca, pero que quizá muchos, no conocieran su historia. La lista de lorquinos en el continente americano no acaba aquí, por lo que la próxima semana seguiremos con otros lorquinos que también cruzaron el charco.